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era elle. ... Con lo que había luchado y se había sacrificado por todos... Y ahora que podía vivir tranquila, feliz, con desahogo ... , ahora que se sen-• tía a gusto, con la mejor ilusión de vivir ... -: Y ella vive. Vive, ahora, con una vida muy superior a la que tenía antes. Es ahora cuando tú debes repetirte lo que tan rotundamente procla– ma la :glesia en el prefacio de difuntos: «A tus fieles, Señor, no se les quita la vida, se les cam– bia tan sólo» ... El cadáver que está ahí, en la ha– bitación de al lado, no es precisamente tu madre: ella está en otro lugar, lo de ahí es simplemente un «resto» suyo, sus despojos. -No sé... No entiendo nada... Quiero tener fe; pero esto es terrible ... , no debía ser. ¿Por qué Dios ha querido llevársela? Ella tenía derecho a descansar, después de tantos trabajos; tenía de– recho a disfrutar un poco ... Y nosotros la nece– sitában10s. ¿Por qué nos ha de perseguir así la desgracia? -Me hago cargo de tu desconcierto; y no me extrañe.. Todo lo entenderás ... algún día. Ahora se trata de llegar a una cierta serenidad. »Tú eres cristiana; y los cristianos repetimos muchas veces: «Creo en la vida eterna». Quizá lo hayamos dicho bastantes veces casi por pura fór– mula, pero en estos momentos ... -En estos momentos, perdóneme, yo sólo sien~ to una cosa: que la he perdido, y que la he per~ dido para siempre. · -Pe:::-derla ... , en algún sentido, sí; del todo y para siempre, NO. Te repito que ella vive, y al.:. gún dfa la volverás a encontrar. 357

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