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Hice entonces la meditación de la burbuja: Todos, como ella, salidos del limo de la tierra; todos, como ella, muy poquita cosa: o efímera bolsa de aire, o frágiles brotes de ser... Porque nos empujan, somos; y luego tenemos que ir hacia arriba. Tal es nuestro destino: ascender, llegar a superficie; y... desinflarnos [pronto. «Nada más que un soplo es todo hombre», canta [el viejo salmo. ¡Qué pronto acaba una burbuja! ¡Qué poco duran los hombres! Al tiempo que dura nuestro soplo, llamamos vida... ¡Ah! A ella nos asimos con frenesí de permanencia ... , aunque nos demos de bruces con su fugacidad. ¡Estremecedor es nuestro misterio! En el pueblo, unos acababan de casarse, y soñaban que aquello era ya para siempre: ¡vivir, [ ser felices! Pero... En el pueblo andaban viejos, que también habían soñado; y en tierra de camposanto estaban huesos, que también habían vivido. ¿Burbujas por todas partes, nada más que bur- [bujas? ¡Horrible es, en los seres, tener punto final! Pero ¿lo escribe Dios alguna vez? 350
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