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sirve, de ordinario, en nuestros proJ1mos. ¡Esto sí que es CARIDAD! Y a partir de esto, saltarán ciertamente las estructuras inadecuadas y las co– sas mejorarán a fondo. Ver y amar y servir a Dios como hemos dicho llevará en más de un caso a dar limosna; pero nos llevará, sobre todo, a una actitud de dar y darnos ... como sea, en lo que sea. Ese prójimo que tienes ahí, no necesita un pe– dazo de pan, pero sí necesita no sentirse tan so– lo ... ¿Nada puedes aportarle tú? Ese con quien hablas, no necesita una bolsa de comestibles, pero ¡ qué necesidad tiene de un buen consejo o de un algo de orientación! Aquél que pasó a tu lado, no volverá para que le des cinco duros, pero sí, tal vez, para que en tu despacho o en la ventanilla de tu oficina le des lo que necesita: ser atendido pronto y bien. Ese otro desconocido no acudirá nunca a na– die para ser calzado «de caridad», pero necesi– tará siempre de calles y caminos «en debidas condiciones» ... , y los que están en los servicios municipales, o provinciales, o estatales, desde el más alto jefe hasta el último peón o barrendero, le deben a él, nos deben a todos, un concienzudo trabajo y atención de cada día para que lo que de ellos depende esté corno debe estar. Y siga usted contando ... El sentido cristiano de la vida, que florece en CARIDAD, debe llevarnos al convencimiento de que el bien de todos depende del comportamien– to de cada uno, y que para que marche mejor esto en lo que todos estamos metidos, hay que 340
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