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LA REVOLUCION SIN RUINAS Y A está dicho de cuál se trata. «Caridad, revo– lución de los hijos de Dios». Una rotula– ción solemne, sin duda; pero nada de hue– ca, ni de insincera. Es, efectivamente, toda una revolución la que necesitamos hacer: la más honda, la de más en– vergadura, la que haría innecesarias e imposibles Jas otras revoluciones de tipo siniestro. Es tan magnífica como urgente esta empresa de ir acostumbrando a los hombres a vivir, con– tra su naturalísimo egoísmo, de cara a los de– más: amando, comprendiendo, ayudando. La empresa-revolución, que propugnamos como hijos de Dios, implica dos actitudes o talantes: por un lado, santa rebeldía contra lo que no debe ser; y por otro, santo empuje para llevar adelan– te lo que debe ser. En la actitutd de rebeldía hay que evitar el darse sólo a lo que es demasiado fácil y muy escasamente eficaz: la protesta con- 336