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DE CADA UNO DEPENDE... « EL que había de venir», ya vino. Acabamos de celebrar ruidosamente, como todos los años, las fiestas de su venida. «Dum medium silentium... », empieza con sagra– da emoción la misa dominical de este Tiempo navideño: «Cuando un profundo silencio gravi– taba sobre todas las cosas, y la noche se hallaba a mitad de su camino, tu omnipotente Palabra, Señor, se vino a nosotros desde el cielo». El mun– do entero, por decirlo así, canta el acontecimien– to con el entrañable villancico que empezó aus– triaco y ha terminado internacional: «Noche de paz; noche de luz... ». Si El ya vino, y venía a salvar, ¿por qué tan– tos siguen sin remedio? Si la «luz» se encendió en nuestra noche, ¿por qué tantos siguen a oscuras? Si la «palabra» quedó sonando en nuestro des– concierto, ¿por qué tantos siguen sin orientarse? 24
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