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peñe en la única liberación decisiva: la liberación de su propia servidumbre al mal: «Quien se entrega al pecado, es un esclavo.» Lo afirmó tajantemente el único Libertador que sirve para liberaciones interiores, las fundamen– tales. -Queremos vivir nuestra vida. -Magnífico. Pero tú, y tú, y tú, ¿sabes ya cuál es tu vida? Quizá pienses en la que te resulte más atractiva y fácil. .. Pues no. La vida que has de considerar como «tuya» tiene que ser aquella que mejor te vava, no para disfrutar, sino para rendir..., que e1i" el mundo, en este mundo, estamos para pasar /1aciendo bien, no precisamente para pasarlo bien. Esto vendrá luego, según lo hayamos merecido. Vivirás en verdad «tu vida», en la medida en que te apliques a una buena misión o tarea, para la que Dios «cuenta contigo». Y a una vida así, no se accede por el camino de lo fácil. .. , sino por el de exigirse mucho a sí mismo, templándose en las dificultades. «Queremos, queremos, queremos ... » ¡Cuánto adelantaríamos, si pensáramos un poco menos en lo que nosotros podamos querer, y un mucho más en lo que Dios pueda querer de nosotros. Ese es el camino por donde han ido los pocos sabios-de verdad-que en el mun– do han sido. 155
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