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»¿Qué se dice de la virginidad? Basta aplicar el oído: que si miedo a las responsabilidades fa– miliares, que si egoísta repliegue sobre sí mismo, que si condenación simplista de las cosas de la carne, que si exaltación indebida de la pureza (a costa de la caridad), que si anomalías incurables... Desde hace veinte siglos, ¿sólo a impulso de esos miserables imperativos habrían seguido tantos y tantas el ejemplo de María Virgen? ¡Ahl Dejando a un lado posibles casos aislados, yo he de levan– tarme airadamente contra ese conjunto de estupi– deces -no son más que eso-, porque no hay de– recho a escarnecer de ese modo la verdad. Ya he dicho antes que se trata de un «don de sí», y lo repito ahora, porque no hay otra explicación para los casos de 'virginidad consagrada' ... » Por estas cosas, y por otras más que dijo, tene– mos que dar al padre Carré muy sentidas gracias; no precisamente porque nos haya descubierto rea– lidades nuevas, sino por haber tenido la valentía de proclamar verdades de siempre en un meridia– no de] mundo y en una hora de la Iglesia en que se necesita no poco de coraje para proclamarlas. 149