BCCCAP00000000000000000000749

¡Si precisamente hoy la vida debería resultar su– gestiva como nunca! -¡Vivir es lo que importa!, gritan muchos. Y se lanzan a vivir, sin más, con el alma vacía.. Pero como no son únicamente animales ... -No, amigos; no es el vivir lo que más impor– ta, sino el cómo y el para qué. La vida por sí sola vale bien poco. Tan poco, que fácilmente puede no dar de sí más que cenizas y basura. Es su con– tenido y orientación lo que decide. Todos los que andan por ahí, viven; pero ¡qué estremecedoras diferencias! A un extremo -extremo de valor-, vidas maravillosas; a otro extremo -extremo de fracaso-, vidas ruinísimas; por en medio, multi– tud de otras vidas, que pesan más o menos según lo que lleve dentro quien las hace. Cuanto más culto -con espíritu pagano- se rinde a la vida, más se la envilece. (No estará mal recordar aquí este hecho: Desde que los hombres «progresistas» de Occidente empezaron a encon– trar «superado» el cristianismo, cada siglo laico ha venido teniendo su propia y flamante diosa: el XVIII, la Razón; el XIX, la Ciencia; el XX, la Vida.) Y es que erigir la vida en supremo valor, en última razón o justificación de todo ... , y ponerse a ella con plena entrega a «lo que me dé la gana», es todo uno. Con la particularidad de que es la. gana animal la que siempre prevalece... He aquí un buen testimonio. Nanny, joven fi– gura de una novela de la sueca Sally Salminen, habla así a otra muchacha: «De seguro que aún recuerdas aquello de 'Bienaventurados los lim– pios de corazón'... Mira, se debe ser una misma, plena y enteramente, sin disfraces. Es decir, tie- 133:

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz