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«aquello» no hay ni para empezar. Jesús no opina así, y manda que se vaya acomodando la muche– dumbre ... Lo demás ya es bien sabido: comieron todos hasta saciarse, y aun sobró. El milagro no fue sólo obra de la omnipotencia del Hijo de Dios, sino también de la generosidad de aquel pobre hijo del pueblo, que supo aportar, para el bien común, lo poco de que personalmen– te disponía. Podemos pensar que el milagro de Jesús no se hubiera realizado si el muchacho de la historia no hubiese aportado la materia sobre la cual se había de realizar. No es difícil hacer aplicaciones ... Si creer en Jesús es comprometerse con El, vivir a su estilo es saber dar y darse. Aquí está lo único que colma las horas de la vida. Bien podemos ir cantando por el mundo. A la mayor gloria de Dios. Y dispuestos a colaborar con El. 124

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