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a ella quien vaya situándose en el mejor punto de vista. Y tal punto de vista no puede ser otro que el de Dios, único en verlo bien todo: de lejos y de cerca, a plena luz, a lo ancho, a lo largo y a lo profundo. Asimilar, por tanto, los criterios y las normas de Dios, es lo único que puede llevarnos a los aciertos fundamentales. A la SABIDURIA. Bien podía Moisés, ya a punto de acabar su jornada, hablar así al pueblo escogido, en testa– mento espiritual: «Mirad: Como el Señor mi Dios me las ha en– señado a mí, así yo os enseño leyes y costumbres, para que las llevéis a la práctica en la tierra de la que vais a posesionaros. Guardadlas y cumplid– las, y así seréis vosotros sabios e inteligentes a los ojos de los demás pueblos, pues ellos, al conocer todas estas leyes, tendrán que decir: «¡Si hay un pueblo sano y despierto, ése es sin duda esta gran nación!» (Dt 4, 4-6). «Los pocos sabios que en el mundo han sido» ... ¿Cuántos entienden que el camino de la SABIDU– RIA es el camino de la disciplina, del sometimien– to o adhesión al orden querido por Dios? Abun– dan demasiado los que creen cosa de listos el no tolerar imposiciones. ¡«La dignidad de la persona humana» y «los fueros de la libertad» dan mucho de sí! Es una pena que haya tanta verdad en lo de 118 Los perversos, difícilmente se corrigen; y el número de los tontos es infinito

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