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,se montan muchísimos anuncios publicitarios? ,,¿qué cultivan los innumerables concursos de «misses» y «reinas» que padecemos? y ¿qué, tan– tísimo disco «musical», y tanta novela «premia– da», y las agitaciones orgiásticas que llaman bai– le, y el triunfo de esas «modas», lo mismo si visten que si desvisten ... ? El peor ambiente de la vieja sociedad pagana lo tenemos ya redivivo en nues– tro famoso Mundo Occidental. La «Jungla de Asfalto» se encuentra, además, corno ahogada de sentido materialista Observen ustedes: por qué se mueven los hom– bres, tras de qué andan, cómo piensan, cómo va– loran hechos y cosas ... Todavía hablan alguna -vez de «espíritu», aunque sea para aplicarlo al ,comercio o al deporte. Pero lo que pesa de ver– .dad en ellos es lo otro: dinero, confort, mejoras, posición, negocios. ¿Quién, en serio, se acuerda · <le aquello solemne del Credo: «Creo en un solo Dios, Padre omnipotente, Creador de... todas 1as cosas visibles y de las invisibles»? En estas -últimas -las que de verdad importan- no creen ,de verdad. ¡Cuánto se esfuerzan muchos por de– mostrarnos que no tienen alma! Finalmente, la «Jungla de Asfalto» está como transida de naturalismo. Todos los hombres, redimidos; pero ¿cuántos, ,efctivan:1ente «elevados»? Casi todos navegan en pura -y averiada- naturaleza... El mundo de la Gracia queda relegado a la categoría de «his– toria bonita», para contar a los niños de Prime– ra Comunión. Consecuentemente: en la «Jungla de Asfalto» :se respira mal. Tiene viciado el aire, muy vicia- 10

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