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VENTALLE DE CEDROS. H AY que reconocer pleno acierto a los que, dieron con la expresión «Jungla de asfal– to» para caracterizar el ambiente, clima y modo de nuestro «moderno» vivir, especialmen– te en las grandes ciudades. En la jungla verde, tropical, hay espesa mara– ña de plantas, alimañas y fieras. En la de asfal– to, llevan muchísimos hombres -seres raciona– les no siempre razonables- una vida que bien podemos definir como «salvaje», por su dureza,, por la mutua lucha despiadada, por su falta de sosiego, por su desarmonía. Tenemos a nuestra «Jungla de Asfalto» estre– mecida de sensualidad: La carne, en su peor sentido, goza de avasalla– dora primacía; la cosa sexual (que se aluda a ella con expresiones americanas o europeas, es lo, mismo) se ha convertido en verdadero frenesí: ¿qué presenta y glorifica el cine? ¿qué se ofrece y qué se busca en las salas de fiesta? ¿sobre qué

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