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de atención y de admiración -hasta culto- a esos idolillos, que al Dios vivo y verdadero. Quien no se afane en serio, y cada día, por «pa– sarse» de tales ídolos e idolatrías al que es único Dios -hasta llenarse de El y rendirle todo-, to– davía no ha tomado en serio el cristianismo; si– gue en su miseria de hombre por tierra, sin dere– cho a la esperanza. Disposición de servicio. - Rigurosa novedad aportada por el cristianismo a los usos y talante del ser humano. La meta de este ser, al natural, ha estado siempre en disfrutar, en pasarlo bien, en servirse de cosas y personas ... Aquella formal declaración del Hijo de Dios: «Yo no he venido a ser servido, sino a servir» debió de estremecer a la humanidad; si de hecho no la estremeció, fue porque la declaración quedó tan al alcance de po– cos, tan sobre los pensamientos de muchísimos, tan fuera de «lo actual» y de «lo interesante», que la casi totalidad sigue sin enterarse todavía. Sin embargo, la cosa está clara: «Os convertis– teis ... para servir al Dios vivo y verdadero.» -Ha– béis venido a la salvación, cambiando de orienta– ción y puntos de mira... , pues ¡sólo hay un modo de llegar!: poner el afán, no en cómo aprovecha– ros, sino en cómo servir. Y precisamente a Dios..., que ,es quien tiene derecho a todo. Pero que de hecho quiere recibir la mayor parte de nuestros servicios a través de los que hagamos a los próji– mos. Quien no va en su vida a esta disposición de servicio, contrariando todas sus inclinaciones na• tura1es, aún permanece en la paganía, aún está fuera de «los de Cristo». 107
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