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motivo, los hermanos deben amarlo y honrarlo eterna– mente más que a todos los demás bienhechores. 23. En Oxford, Roberto le Mercer fue el primero en acoger a los hermanos, y les arrend5 una casa, en la que fueron admitidos a la Orden muchos honestos b!l– chilleres y muchos hombres nobles. Después arrendaron a Ricardo le Muliner una casa, en la zona donde ahora están; éste transfirió dentro del año el terreno y el edi– ficio a la comunidad de la ciudad para uso de los her– manos. Pero el terreno era pequeño y muy estrecho. 24. En Cambridge los hermanos fueron recibidos primeramente por la autoridad ciudadana, quien les as'ignó una antigua sinagoga anexa a la prisión. Pero la vecindad de la prisión resultaba algo intolerable pa– ra los hermanos, ya que había una sola entrada p3,ra los hermanos y para los carceleros; por este motivo el Rey les dio 10 marcos con cuya renta pagaran al procurador el alquiler d·3 un trozo de terreno. De este modo los her– manos pudieron construir una capilla, pero tan pobre que el carpintero la levantó en un solo día con quince pares de vigas. Y para la fiesta de san Lorenzo, aunque solamente eran tres hermanos clérigos, el hermano Gui– llermo de Ashby, el hermano Hugo de Bugeton y un no– vicio llamado Elías, que era tan rengo que debía ser transporta.do a la capilla, cantaron solemnemente el ofi– cio con música. El novicio lloró tanto que las lágrimas resbalaban por su rostro mientras cantaba; después de su santa muerte en York, se ap::treció al hermano Gui– llermo de Ashby en Northampton, y cuando éste le pre– guntó cómo estaba, respondió: "Estoy bien, ruega por mí". 93

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