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hermano había visto una maravillosa visión: vio al Se– ñor descender del cielo y ofrecer al hermano Walter un rollo en el que estaba escrito: "El lugar de tu cosecha no está aquí, sino en otra parte". El Señor le manifestó el engaño de una religiosa que por medio de visiones si– muladas había inducido a error a un hermano, bien que astutamente, hasta el punto de ponerlas por escrito. Pero el hermano Agnelo, al no creerlo, había ordenado a los hermanos del convento que orasen a fin de que Dios le iluminase sobre cierto asunto que le preocupa– ba. Y he aquí que aquella noche el hermano Walter tuvo una visión: vio a una cierva subir rápidamente a la cima de una alta montaña, y a dos perros negros que la per– seguían y la hicieron volver al valle, donde la destroza– ron. El hermano Walter corrió entonces al sitio donde suponía que estaría la cierva, y sólo encontró un sg,co de sg,ngre. Cuando contó esta visión al hermano Agnelo, éste intuyó de pronto que aquella mujer había sido se– ducida por su hipocresía, y mand) a dos hermanos pru– dentes que fueran a ver a la religiosa, quien confesó ha– ber inventado cuanto les había dicho; y ellos la volvie– ron a conducir a la verdad. Entró también en la Orden otro maestro, el nor– mando hermano Ricardo. Cuando el susodicho Walter le pidió una palabra edificante, reflexionó largamente y después respondió: "El que quiera vivir en paz, cállese"; "Ki vout estre en pes, tenge sey en pes". 19. En aquel tiempo entró también en la Orden el maestro Vicente de Coventry, quien, con su celo y con la ayuda de Jesucristo indujo poco despu§s a su hermano, el maestro Enrique, a hacer otro tanto. Fue admitido en la fiesta de la Conversión de san Pablo just:ctrnente con el maestro Adam de Oxford, de santa memoria, y el se- 88

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