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Cuando debía ser promovido acólito, fue enviado donde el venerable padre, el arzobispo Esteban (Lang– ton), de santa memoria, y presentado por uno de los hermanos ancianos. El arzobispo le recibió con mucha gentileza y le confirió el orden, llamándolo con este tí– tulo singular: "Acércate, hermano Salomón de la Orden de los Ap6stoles" 15 • He recordado este hecho para que se sepa cuánta veneración tenían las personas sabias por la primitiva simplicidad de los primeros hermanos. Des– pués de haber comido en la mesa del arzobispo, volvie– ron a Canterbury descalzos en medio de la nieve, que estaba muy alta, e infundía miedo sólo con verla. Des– pués tuvo gota en un pie, por lo que estuvo enfermo dos años en Londres, tanto que no podía moverse a menos que fuese transportado. Durante su enfermedad tuvo el honor de una visita del hermano Jordán de santa me– moria, maestro general de la Orden de los predicado– res 16 , quien dijo: "Hermano, no te avergüences si el Pa– dre del Señor Jesucristo te atrae a sí con un pie". Sin embargo, después de haber estado durante tan largo tiempo tendido en una celda, en la que no podía escuchar la Misa -los hermanos no celebraban todavía en el convento, sino que iban a escucharla y a celebrar los oficios divinos en la iglesia parroquial-, se agravó de tal manera que, según los médicos, era imposterga- 15 Título verdaderamente importantísimo, que revela lo que parecía ser en su esencia la vida de los hermanos: una vida apos– tólica; y era un título mucho más valedero que cuaiquier otro beneficio eclesiástico. Sin embargo, no se debe confundir con la Orden de los Apóstoles de que habla Salimbene. 16 Bienaventurado Jordán de Sajonia, segundo maestro ge– neral de la Orden de los predicadores, desde mayo de 1222 has– ta su muerte en un naufragio, en febrero de 1237. Visitó la pro– vincia inglesa en 1230. Verdaderamente familiar en sus relacio– nes con los hermanos menores ingleses. 84

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