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COLOQUIO III Recepción de los novicios 14. Cuando los primeros hermanos que llegaron a Inglaterra se dividieron, partiendo para lugares diversos, algunos seglares, tocados por el espíritu de Jesús, quisie– ron entrar en la Orden. 15. El primero de los que fueron acogidos fue el her– mano Salomón, joven de buen carácter, famoso por su encanto. Solía contarme que, cuando era novicio, fue nombrado limosnero del convento y fue a la casa de su hermana para pedir limosna. Pero ella, dándole un pan, se volvió a otra parte diciendo: "Maldita sea la hora en que te he visto"; y él, con gozo, aceptó el pan y se fue. En fin, se atuvo tan rígidamente a la forma de la más estre– cha pobreza que se había fijado, que algunas veces llevaba en su capucha harina y sal y algunos higos para los her– manos enfermos y debajo del brazo, la leña para el fue– go; y se cuidaba mucho de no aceptar o recoger más de lo estrictamente indispensable 13 • Asimismo, le sucedió una vez que sufrió tanto de frío que creía estar a punto de morir; y como los her– manos no tenían nada para calentarlo, la santa caridad les sugirió una buena idea. Se juntaron todos en torno a él apretándose a su cuerpo para calentarlo con sus cuerpos como lo hacen los puercos 14 • 13 Según el ejemplo de Francisco; cfr. EP 12. 14 El autor se explica con una imagen poco agradable a la sensibilidad: "como lo hacen los puercos". 83

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