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glaterra en el último Capítulo general 3 • Antes había si– do custodio de París y había actuado con tanta pruden– cia que, debido a su fama de santidad, se ganó la bene– volencia tanto de los hermanos como de los laicos. El segundo fue el hermano Ricardo de Ingworth, in– glés de nacimiento, sacerdote y predicador, de edad más avanzada, que fue el primero en la Orden que predicó al pueblo de allende los Alpes; más tarde fue enviado como ministro provincial a Irlanda por el hermano Juan Parenti, de santa memoria. Fue vicario del hermano Angelo en Inglaterra, cuando éste fue al Capítulo gene– ral, durante el cual tuvo lugar el traslado de las reli– quias de san Francisco, y había dado luminosos ejem– plos de gran santidad. Terminado su ministerio, fiel y grato a Dios, fue liberado de todos los oficios entre los hermanos en el Capitulo general por el hermano Alber– to, de santa memoria. Entonces, inflamado de celo por la fe, partió a Siria donde murió santamente. El tercero fue el hermano Ricardo de Devon, tam– bién inglés, acólito, todavía en edad juvenil, que dejó abundantes ejemplos de paciencia y de obediencia. En efecto, después de haber viajado por obediencia a través de diversas provincias, sufrió de frecuentes fiebres cuar– tanas durante 11 años, morando durante todo este tiem– po en el lugar llamado Romney. 3 En el Capítulo de Pentecostés, el 2 de junio de 1224. Se habla de un autógrafo de la carta obediencia!, que se habría visto todavía hacia 1637 en el palacio episcopal de Saint-Omer en Flandes cuya reproducción pictórica puede ser el pergamino que el bienaventurado Agnelo tiene en sus manos en el fresco de Alvernia (cfr. P. Robinson, en AFH, I (1908), p. 468). 75

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