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una vez confiada su custodia de Turingia al custodio de Sajonia, y recibida la carta de obediencia del ministro del Rhin, partió con un compañero para pedir al minis– tro general un nuevo ministro y un lector. El ministro general consultó sobre quién podía ser enviado allá; finalmente, el hermano Jordán pidió a Juan el Inglés, en otro tiempo visitador de Alemania, y lo obtuvo. En– tonces el ministro general escribió al ministro de Fran– cia que enviara al hermano Juan el Inglés como minis– tro de Sajonia y al hermano Bartolomé, también inglés, como lector. 59. Cuando el hermano Jordán volvía a Alemania, fue donde el hermano Tomás de Celano quien, contento de verlo, le dio algunas reliquias del bienaventurado Francisco. Llegado de Würzburgo, el hermano Jordán mandó decir a los hermanos de su custodia que si nece– sitaban hablar con él fueran a su encuentro en Eisenach, porque pasaría por ahí. Los hermanos, llenos de gozo, fueron al lugar designado, dando orden al portero de que no dejara entrar al hermano Jordán cuando llega– ra, sin avisarles. Llegado, pues, el hermano Jordán a la puerta y gol– peando, no se le dejó entrar, sino que el portero, co– rriendo donde estaban los hermanos, les anunció que el hermano Jordán estaba en la puerta. Estos le dijeron que respondiera que no podía entrar por la puerta, sino por la iglesia. Entonces, los hermanos exultantes en el espíritu, entrando en el coro, tomaron en sus manos cruces, turíbulos, ramos de palma y cirios encendidos, y de dos en dos entraron procesionalmente del coro a la iglesia. Después, ubicados unos frente a otros, abrieron la puerta de la iglesia y, haciendo entrar al hermano Jordán lo recibieron con alborozo y alegría cantando el 63

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