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nes y gTandes botas 51 ª, cantando alabanzas a Dios y a sus santos, empapados de sudor y bajo los ardientes ra– yos del sol, y visitan los sepulcros de los santos. Pero co– mo los hermanos que fueron enviados una vez, regresa– ron maltratados, el Hermano no obliga a nadie a ir allá; pero aquellos que, inspirados por el celo de Dios y de las almas, quisieren ir, quiere darles la misma obediencia 52 e incluso más amplia que la que daría a quienes van a ultramar. Si hay algunos que quieran ir, que se pongan de pie y se coloquen en un grupo aparte". Inflamados por el deseo, se levantaron cerca de 90 hermanos, ofre– ciéndose a la muerte y, sentados aparte como se les ha– bía pedido, esperaban la respuesta: quiénes, cuántos, cómo y cuándo debían partir. 18. Estaba presente en aquel Capítulo cierto her– mano que, en su oración, solía suplicar al Señor que su fe no fuese corrompida por los herejes de Lombardía, y no abjurase de su fe por la crueldad de los alemanes, y que, con misericordia, el Señor se dignase liberarlo de es– tos dos peligros. Este hombre, viendo que muchos her– manos se levantaban prontamente para ir a Alemania, pensaba que sin más ni más y sin tardar serían marti– rizados por los alemanes, y lamentándose de no haber conocido en persona a los hermanos enviados a España y ya martirizados, qui.so evitar que le sucediera en esta ocasión lo que le había ocurrido con los otros. Se levantó de en medio de la multitud y se acercó a ellos; y corrien- 51 ~ Hemos preferido la variante "largis ocreis", más verosí– mil, en vez del texto "largis cereis", gruesos cirios. 52 En el lenguaje franciscano, obediencia es la misión, la orden explícita en virtud de la Regla. Litterae oboedientiales (Le– tras obedienciales) es, en cambio, un certificado escrito de esta legítima misión, y podía servir como credencial, carta de reco– nocimiento, pasaporte eclesiástico. 35
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