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por la cual ha entregado el hijo a la muerte para redi– mir al siervo! Sin renunciar a los dones de su miseri– cordia y conservando con la continua protección la viña plantada con su diestra, también a la hora undécima envió a ella operarios, para que la cultiven útilmente, arrancando con escarda y con reja -con las que Samgar derrotó a seiscientos filistens- (Je 3,31) las es– pinas y las malezas, a fin de que, podados los sarmientos superfluos y los retoños espúreos que no aportan altas raíces, y extirpadas las zarzas, ella madure frutos sua– ves y sabrosos. Los frutos que, purificados en el lagar de l.a paciencia, podrán ser trasladados a la celda vinaria de la eternidad, después de haber quemado completa– mente como con fuego la impiedad junto con la caridad entibiada de muchos destinada a ser destruida en la misma ruina, como se arruinaron los filisteos a causa del veneno de la voluptuosidad terrena 24 • 2. He aquí que el Señor, que, mientras destruía la tierra con el agua del diluvio, condujo al justo en un vulgar leño (Sb 10,4) no dejando que la vara de los pe– cadores cayera sobre la suerte de los justos, (Sal 124,3), en la hora undécima suscitó a su siervo el bienaventura– do Francisco, hombre verdaderamente según su coi·a– zón (cfr. 1S 13,14), lámpara despreciada, en verdad, en los pensamientos de los ricos, paro preparada para el tiempo establecido, enviándolo a su viña para que extir– para las espinas y las zarzas, después de haber aniqui– lado a los filisteos que la asaltaban, iluminando la pa- 24 Esta referencia, como la siguiente, está tomada del libro de los Jueces, y concierne a la destrucción de los Filisteos lleva• da a cabo por· Sansón, cuando hizo derrumbar el templo, en el que se hacía una fiesta, arrastrándolos a todos consigo en la muerte (cfr. Je 16,22-31). 264

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