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zas con el criterio de la prudencia, para que no suceda, Dios no lo permita, que queriendo cosas más altas, su paso no se torne vacilante (Sal 65,9) y se vuelva hacia atrás, destinado a ser transformado en estatua de sal (Gn 19,26) insípida, porque no fue capaz de sazonar el sacrificio de sí mismo, que quería ofrecer a Dios, con la sal de la sabiduría. En efecto, así como el sabio llega a ser insípido si no tiene fervor, así, quien es ferviente se cubre de confusión si no tiene sabor. 2. Por esta razón, casi en todas las formas de vida religiosa está prudentemente establecido que cuantos tengan la intención de abrazar las observancias regula– res, las experimenten antes durante algún tiempo y sean probados en ellas, para que después no tengan motivos de arrepentimiento, que no los podría excusar de la im– putación de ligereza. 3. Por consiguiente, con la autoridad de las pre– sentes cartas 11 les prohibimos admitir a alguien a la profesión de su Orden, si antes no ha hecho el año de probación. Y una vez hecha la profesión, ningún herma– no se atreva a dejar su Orden, y a ninguno sea lícito aceptar a los que han dejado la Orden. Prohibimos además que alguno de ustedes pueda salir fuera de la obediencia con el hábito de su religión y corromper la pureza de su pobreza. Si alguno, pues, 11 Las mismas prescripciones serán repetidas por Grega– rio IX, el 13 de marzo de 1227 (cfr. BF, I, p. 27, bula "Cum secundum") y otras veces; y también por Inocencia IV, el 12 de abril de 1246, con la inscripción explícita y ya confirmada: "Al general y a los demás ministros provinciales y custodios de los hermanos menores" (cfr. BF, I, p. 41). 255
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