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5. Algunos, miserables e insensatos, preteJ,,."tando una excusa para la propia pereza, sostienen que no hay que dedicarse al estudio, sino que es más seguro que los hermanos permanezcan en la humildad de su simplici– dad, ya que la ciencia hincha ( 1 Co 8,1) y la mucha cul– tura entontece. A éstos respondemos que también otras virtudes ocasionalmente pueden empujar a la soberbia; de hecho, sin el amor no sirven para nada, más bien son un estorbo. Después, si desdeñan aprender y llenarse de las palabras de la Escritura, ¿cómo calificarlos? ... Por consiguiente, si un hermano simple no bri– lla por agudeza de ingenio, supla con el ardor por el estudio la falta de ingenio. No se ruborice de mendigar el pan de la palabra de Dios donde quiera que sea y de aprender cada día al menos una buena palabra. Hemos visto a muchos que eran tardos de ingenio, hacer bas– tantes más progresos que otros que, presumiendo de sus fuerzas y de su inteligencia, no quieren depender para nada de los demás ... (p. 121). Concluye el discurso con una alegoría en la que se exalta la vida en pobreza tal como la había podido cons– tatar en los hermanos que había conocido: 6. Se lee de un rey que dijo a un caballero suyo: "Salgamos esta noche por los caminos de la ciudad y veamos qué pasa". Llegados a un cierto lugar, vieron por un orificio una luz que salía de una pieza subterrá– nea. Y he aquí que dentro de ella estaba sentado un hombre pobre y cubierto de vestidos sórdidos y rasgados en compañía de su mujer pobrísima; ésta bailaba cerca del marido, cantaba y lo exaltaba con grandes alaban– zas. Entonces el rey se maravilló mucho, porque ellos, que estaban rodeados de tanta miseria, no tenían vesti- 246

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