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flagelaban profiriendo palabras divinas y no de hom– bres (cfr. Hch 12,22) (p. 677) 64 • C) Nuevas Ordenes religiosas 55. La Orden de los "Saccati" Terminado aquel discurso, un hombre de la misma región (es decir de Area, Hyeres), a quien vi y conocí, sien– do todavía seglar, pidió al hermano Hugo 65 que lo acep– tara en la Orden, por amor de Dios. En efecto, Hugo te– nía licencia del ministro para aceptar a los postulan– tes en la Orden, porque era una persona venerable, dis– tinguido clérigo, muy espiritual y que además había sido también ministro provincial. Ahora, aquel hombre que pedía ser admitido en la Orden de los hermanos menores, fue el iniciador de la Orden de los Saccati; tenía consigo un compañero, que de igual manera pedía ser admitido entre los hermanos menores. Se habían sentido inspirados por el Señor du– rante la prédica del hermano Hugo. Pero el hermano Hugo les respondió: "Vayan a los bosques y aprendan a comer raíces, porque se avecina la tribulación". Y ellos partieron, se hicieron mantos abi– garrados, parecidos a los que usaban las hermanas ex– ternas de la Orden de santa Clara, y comenzaron a men- 64 En la Crónica de Salimbene se habla muchas veces de Joaquín de Fiore y de los joaquinitas. Vale la pena recordar a los mayores joaquinitas franciscanos que Salimbene menciona: Gerardo de Borgo San Donino, Hugo de Digne, Juan de Parma, Salimbene. 65 Se trata del famoso hermano Hugo de Digne, que hemos recordado aquí entre los personajes, nn. 45-47 y notas respectivas. 226

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