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Y esto era considerado como una cortesía y caridad grandísima por parte de todos (pp. 445-447). 44. Todavía más, el hermano Juan de Parma, mien– tras era ministro general, apenas sentía la campanilla que llamaba a los hermanos a mondar las verduras, co– rría también él a trabajar con los demás hermanos, co– mo yo lo he visto con mis propios ojos ... , así también participaba en el oficio divino diurno y nocturno, espe– cialmente en vísperas, maitines y la misa; y cualquier cosa que pedía el cantor, presto la hacía, comenzando las antífonas, responsorios y lecturas, diciendo la misa conventual 55 • 45. El hermano Hugo de Digne, "maximus Ioachita" En seguida, llegué por mar a Marsella y de Marse– lla me dirigí a Hyeres para ver al hermano Hugo de Ba– riola, llamado también Digne, y, en Italia, hermano Hugo de Montpellier. Era éste uno de los eclesiásticos más cultos del mundo y solemne predicador, querido por el clero y el pueblo, grandísimo en las disputas y pre– parado en todos los campos. Superaba a todo¡¡¡, tenía la última palabra en todas las cuestiones, era un brillan– tísimo orador y tenía una voz potente, como de una trompeta resonante o de gran trueno y de aguas abun– dantes, con el estruendo de una cascada. Nunca una pa– labra descontrolada o insegura. Tenía siempre pronta 55 Desempeñó durante diez años el oficio de ministro ge– neral, después pidió e insistió en ser exonerado, en el Capítulo de Lyon de 1247; pero los capitulares no querían aceptar su di– misión. Al final, los convenció, pero le rogaron que designara a su sucesor. Y él indicó al hermano Buenaventura, quien fue aceptado por todos y gobernó la Orden dunmte 17 años (pp. 450- 451). 215

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