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amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, etc." (Le 14,12-13). Yo escuchaba estas palabras porque estaba a su lado. Entonces el servidor preguntó al guardián: "¿A quién debo llamar, pues?". El respondió: "Haz como el ministro te diga". Y el ministro dijo: "Ve, y llama a los hermanos pobres del convento, porque este es un oficio por el cual todos pueden juntarse con el ministro". El hermano que debía servir fue, pues, al refectorio y dijo a los hermanos más débiles y más pobres, que raramen– te comían fuera del refectorio: "El ministro general los invita a cenar con él; por eso les ordeno, de su parte, que vayan pronto a acompañarlo". Y así fue hecho. El hermano Juan de Parma, ministro general, que– ría, en efecto, que cuando iba, en ocasiones imprevistas, a algún convento de hermanos menores, que fueran los hermanos más pobres, bien todos juntos, o bien ya a estos, ya a aquellos a comer con él, hasta cuando se de– tenía en la hospedería (es decir, cuando no acudía al refectorio común para comer, lo que siempre hacía des– pués de un breve descanso del viaje y de la fatiga, si se detenía por algún tiempo en algún lugar), a fin de que su venida fuera para ellos motivo de consuelo y de gozo ... El hermano Juan de Parma era una persona accesi– ble a todos, sin particular preferencia por nadie, y era cortés y generoso en la mesa, hasta el punto de que si había varios vinos buenos delante de sí, los hacía servir igualmente a todos, o bien los echaba en un jarro para que todos bebieran. 214

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