BCCCAP00000000000000000000748

D) Algunos grandes personajes 40. El gran misionero Cuando llegué al primer convento de los hermanos después del de Lyon, en el mismo día (año 1247) llegó allí el hermano Juan de Pian del Cárpine 51 , volviendo de los Tártaros, a donde le había enviado el papa Inocen– cia IV. Ero, el hermano Juan un hombre muy amable, espiritual, letrado y gran orador, experto en muchas co– sas, y antes había sido ministro provincial en la Orden. El nos mostró la copa de madera que llevaba para el Papa, en cuyo fondo estaba impresa, no por mano de pintores, sino por virtud de las constelaciones, la imá– gen de una bellísima reina. Y si la rompía en cien par– tes, aquella imagen quedaba intactEt (p. 297). Contaba que había llegado hasta el supremo señor de los Tártaros, en medio de la fatiga de un viaje inter– minable, entre peligros sin número, sufriendo hambre, frío, calor; y que los 'l'ártaros se llaman verdaderamen– te "Tattari", y comen carne de caballo y beben leche de burra; que vio con ellos a gente de todas las naciones, excepto dos, y sólo pudo presentarse ante el emperador vestido de púrpura, y había sido recibido y tratado con gran cortesía y gentileza. El emperador había querido st En la historia del hermano Juan de Pian del Cárpine, Sa– limbene representa la nueva realidad franciscana y eclesial que lo entusiasma. El, que no ha gastado una palabra sobre la misión del provincial de Siria, hermano Elías, sabe, en cambio, trans– mitir aquí el hálito nuevo, de fe y de aventura, de la edad misio– nera abierta por los franciscanos en el extremo oriente. (Sobre Juan de Pian del Cárpine y su obra en Europa, cfr. Jordán, toda su Crónica, porque él es un poco el animador). 209

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz