BCCCAP00000000000000000000748

eran prelados. Respondiendo, diremos que estaban obli– gados a hacerlo cuando no había otros que predicaran mejor que ellos. Mas como se hicieron indignos por su pésima vida y por no poseer la ciencia necesaria, el Se– ñor puso en sus puestos a otros mejores que ellos ... (p. 596) . . . .Pero no creen estas cosas aquellos cuya ambi– ción ha engrosado el corazón. . . Tales son los sacerdo– tes y los clérigos de este tiempo, y no quieren que los hermanos menores y los predicadores vivan. Y ésta es una gran crueldad, sobre todo porque éstos son más útiles a la Iglesia que ellos, que reciben las prebendas y no hacen aquello por lo que reciben las prebendas ... Y ni siquiera quieren que vivamos de aquellas limosnas que recogemos con tanto esfuerzo y rubor. Y sin embargo hay muchos en la Orden de los her– manos menores y de los predicadores que, si fueran del clero secular, podrían muy bien tener las prebendas que ellos tienen y mucho más, porque nobles, ricos, podero– sos, letrados y sabios han sido y son como ellos, y po– drían muy bien ser presbíteros, arciprestes, canónigos, archidiáconos, obispos, arzobispos, acaso patriarcas, car– denales y papas, como ellos. Y por esta razón deberían reconocer que les hemos dejado todas estas cosas en el mundo y andamos mendigando cada día, ni siquiera poseemos bodegas y graneros que ellos tienen en abun– dancia; y, sin embargo, sostenemos todas sus fatigas: predicamos, escuchamos las confesiones, repartimos consejos buenos y útiles para la salvación ... (pp. 605- 606). 206

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz