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aunque también la otra Orden hizo la misma cosa, es– pecialmente en las regiones ultramontanas. De hecho, en Italia, los (hermanos menores) se excusaron de no salir de las ciudades diciendo que los caballeros, los po– derosos y los nobles están en la ciudades, y en cuanto a las regiones y aldeas, están los eremitorios, en donde ha– bitan los hermanos, y bastan para las necesidades de los seglares (pp. 419-420). 20. En su exposición sobre el libro de Jeremías, el abad Joaquín dice de los hermanos menores y de los predicadores: "Ambas Ordenes nacieron en la Iglesia con simplicidad y humildad, pero con el correr del tiem– po reconvinieron con dureza y acusaron a la prostituta de Babilonia" . . . Y dice también de ellas: "Me parece bien que una de ellas recoja indistintamente los gajos de la tierra, incorporando en la Iglesia a clérigos y lai– cos, mientras que la otra escoja solamente las primicias de los clérigos" (p. 933). B) Origen y transformación institucional de la Orden 21. Una premisa: Hermano Elías Comienza el Libro del Prelado, que compuse a pro– pósito del hermano Elías, y contiene muchas cosas bue– nas y útiles 29 • 29 Es un tratado inserto en la Crónica, definido así por el autor: "Todo este tratado, que concierne al hermano Elfas, se puede intitular Libro del Prelado. En él hemos enumerado las culpas del hermano Elías y de los malos prelados y lo que ocu– rrió a los buenos prelados, ya que, puestas las unas al lado de las otras, las actitudes contrarias se iluminan mutuamente" (p. 230). En la edición de Scalia va de la pág. 136 a la 239. Recoge– mos algunos extractos, con una cierta abundancia, porque refie– ren acontecimientos particularmente importantes de la historia franciscana. 187

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