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clérigos 27 • Si luego se leen bien los versículos que siguen (Nm 18,4-7) se desprende que Gerardino Segalello con sus Apóstoles no debe entrometerse en el oficio de am– b9.s Ordenes, porque son propiaménte estas dos Ordenes las prefiguradas por Jeremías con los nombres de pes– cadores y cazadores, como lo ha explicado luminosa– mente el abad Joaquín. Dice, en efecto, el Señor por boca de Jeremías, 16: He aquí que envío a muchos pescadores y los pescarán. Y luego de esto enviaré a muchos cazadores, y los caza– rán de encima de cada monte ... (Jr 16,16). Dejada aparte la interpretación del abad Joaquín, que no leo desde hace muchos años 28 , me parece que esta última frase, en la que se habla de los cazadores, es más apropiada a la Orden de santo Dor.1.1ingo que a la de san Francisco; no sólo porque aquella Orden fue prefigurada en Esaú, que fue cazador y tomó por mu– jer a una de las hijas de Het, es decir, las ciencias secu– lares -como dice Joaquín-, sino también porque salió más al exterior (de las ciudades) a la caza de las almas, 2 7 Estamos bien lejos de aquel espíritu de igualdad y her– n1andad que es uno de los fundamentos de la vida franciscana según san Francisco (cfr. lR 5,12; etc.). 2s Advierte Salimbene más adelante, respondiendo al her– mano Bartolomé, que le reprochaba ser él también joaquinita: "Dices ia verdad. Pero después de la muerte de Federico, que ha– bía sido emperador y ya pasado el año 1260 (-en la prospectiva escatológica joaquinita el año 1260 debía ser el inicio de la ter– cera era, después que había pasado el Anticristo, es decir, el emperador Federico, excomulgado-) abandoné totalmente aque– lla doctrina, y sólo quiero creer en lo que veo" (p. 441). Y real– mente han pasado muchos años desde 1260 hasta entonces, por– que Salimbene advierte: "Mientras escribo estas cosas es el año 1283" (p. 95). 186

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