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7. San Francisco y los animales ... Así, en mi Orden 12 • • • he visto a algunos her– manos doctos, letrados y de gran santidad, perderse tras cosas fútiles, hasta ser juzgados como hombres ligeros por los demás: y esto es que con ligereza se entretenían charlando con un ratoncillo o un perrito o cualquier pajarillo; pero no de la manera como el bienaventurado Francisco hablaba y jugaba con el faisán y la cigarra, regocijándose en el Señor (p. 213): 8. La función de los demonios 13 A este respecto, se lee que Francisco dijo a su com– pañero, la noche en que fue fustigado por los demonios en el palacio de un cardenal: "Los demonios son los su– perintendentes de nuestro Señor, encargados de casti– gar a los hombres. Pienso, en realidad, que Dios ha per– mitido a sus superintendentes echarse sobre nosotros, porque nuestra estadía en el palacio de los grandes no constituye un buen ejemplo para los demás" (p. 381). 12 De un discurso moralizante surge un recuerdo de la vida de san Francisco. 13 Se relata el episodio de un hermano de Provenza que una noche fue golpeado por el diablo tres veces, tal vez por haber -cedido a la gula. La cita está en 2C 120, pero con palabras dis– tintas. Un poco más adelante Salimbene recuerda el episodio de Francisco arrojado por los ladrones a la fosa de nieve, tomán– dolo del responsorio: "Dum seminudo corpore" (p. 833). . 176

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