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firmaba también el hermano Andrés, de ultramar, de la ciudad de Acre, hermano menor, que estaba con dicho señor y vivía en su casa y era su compañero de viaje 4 (p. 47). 2. El año del gran terremoto de Brescia En ese mismo año (1222), el día de la Natividad del Señor, hubo un grandísimo terremoto en la ciudad de Reggio, mientras el obispo Nicolás de Reggio predicaba en la catedral de Santa María. Este terremoto abarcó teda Lombardía y Toscana, pero se le llamó de Brescia, porque allí fue el epicentro, y los ciudadanos vivían en tiendas fuera de la ciudad para evitar que los edificios se desplomaran sobre ellos 5 • • • Mi madre solía recor– darme que durante aquel gran terremoto yo era una criatura todavía en la cuna, y tomó en sus brazos a mis dos hermanas (eran pequeñas) y, abandonándome en la cuna, se refugió en la casa de sus parientes. En rea– lidad, temía que el baptisterio cayera encima de ella, ya que estaba al lado. Y por este motivo yo no la quería de– masiado, ya que hubiera debido preocuparse más de mí, que era hombre; pero ella respondía que era más fácil 4 La Provincia de Siria, o de Tierra Santa, cuenta con mu– chos nombres de franciscanos ilustres, que llegaron a ser con– sejeros, amigos, compafíeros de viaje de dignatarios tanto ecle– siásticos corno militares y civiles. Salimbene recuerda a un her– mano que vivía con el patriarca de Antioquía cuando era obis– po de Brescia (p. 258), las múltiples misiones diplomáticas con– fiadas por los Papas a los hermanos menores, las relaciones con el Rey de Jerusalén, Juan de Brienne, etc. 5 El acontecimiento del gran terremoto se convierte en un punto de partida autobiográfico que termina en lo melindroso. De este terremoto hablan también las otras Crónicas francisca– nas, porque está ligado a una profecía y predicción de san Fran– cisco (cfr. Eccleston, n. 39). 170

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