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hace la ola del río con aquellos que quieren atravesar e ir directamente a la orilla opuesta. Declaró también que un hombre no puede saber si es bueno o malo cambiar de lugar hasta que no lo ha– ya experimentado, así como no se da cuenta de que tie– ne cabello en la cabeza hasta que alguien se lo tironea. Este hermano Guillermo se dedicaba al estudio de la Escritura y se las ingeniaba para interesar a los es– tudiantes. Asimismo, cuando estaba en la mesa fuera del refectorio, quería tener siempre el libro para leer, y veneraba con un amor muy particular el nombre de Je– sús y repetía con gran devoción las palabras del santo Evangelio. Compiló también una obra utilísima sobre la Unum ex quatuor de Clemente 79 y se preocupó de hacer transcribir completamente para su Orden la Expositio compuesta por el mismo autor. Estaba largo tiempo en meditación, especialmente después de Maitines, y no quería escuchar más las confesiones y confidencias de los hermanos durante la noche, como habían hecho sus predecesores. Declaró igualmente que, así como es peor dar malos consejos sobre el modo de hacer una cosa que hacerla mal, también son peores los juicios malignos so– bre hechos de la Orden, que el obrar de los hermanos con alguna imperfección. Difícilmente creía en las acusaciones, a menos que el acusador estuviera dispuesto a repetirlas delante de varias personas; y se preocupaba sobre todo por evitar las sospechas. Rehuía, por tanto, con el más gr-ande ce- 79 Se trata de la obra de Clemente de La:agton cuyo título es Concordia quatuor evangelistarum. 163

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