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mente al hermano Guillermo que había un peldaño aún más alto: el de vivir del propio trabajo. Y por eso afir– maba que las Beguinas son una Orden santísima y ab– solutamente perfecta, porque viven de su trabajo y no constituyen un peso para la sociedad, ya que no salen a limosnear 78 • 128. El mismo padre dijo también que un novicio, queriendo observar la abstinencia, confirmó a su maes– tro que se había propuesto probar poco a poco hasta dónde podía llegar. El maestro le dio su consentimiento con alegría. Este comenzó, y durante muchos días, al preguntarle cómo le iba, había respondido que todo iba bien, pero un día le confesó que le había cogido el miedo de debilitarse demasiado. Entonces el maestro le dijo: "Come y bebe pronto, por amor de Dios, o te desmaya– rás, porque es la fe la que ahora te falta. Del mismo modo, cuando san Pedro comenzó a tener miedo, se hundió en el agua". 129. Decía también el hermano Guillermo que es necesario considerar atentamente el pensamiento de san Francisco y la intención que tuvo al redactar la Re– gla, de otro modo crecerían las superfluidades dentro de la Orden tal como crecen insensiblemente los pelos de la barba. Es importante, pues, resistir contra las ten– taciones del mundo mucho más enérgicamente que lo que pareciera necesario, de otra manera esto nos po– drían arrastrar más abajo de lo que quisiéramos, como 7 s Instituto religioso de personas que viven una vida inter– media entre la de los laicos y la de los religiosos propiamente dichos, con una vida común y dedicación tanto a la contempla– ción como a la vida activa. Particularmente floreciente en la primera mitad del siglo XIII. 162

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