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suelo a una gran distancia. Corrió presto al lado del sa– cerdote, que era un santo hombre, y le contó lo que ha– bía visto. El sacerdote le ordenó que fuera a buscar la hostia donde la había visto caer; y el había ido y la había encontmdo en el mismo lugar, a pesar de que era un sitio por donde pasaban y volvían a pesar los que iban a comulgar. Y el mismo niño comulgó con aquella hos– tia y con todas las otras consagradas que habían que– dado sobre el altar, y su fe se reforzó más de lo que se puede decir. 124. El hermano Pedro, ministro de Inglaterra, que era muy íntimo en la casa de Godofredo le Despenser, contó que un día había ido a aquella casa y, como siem– pre, se le había acercado el hijo del señor, un niño lla– mado Juan, con gran afecto. Yendo luego con su madre a la capilla, también él había asistido a la Misa celebra– da por el hermano Pedro. Vueltos a casa, el niño comen– zó a rehuir al hermano, y ni siquiera la madre lograba convencerlo de volver junto a él. Cuando se le preguntó la razón, el niño respondió que había visto al hermano Pedro devorar a un niño sobre el altar de la capilla, y por eso tenía miedo de que hiciera la misma cosa con él 76 • 125. El hermano Garino de Erwelle entró en la Or– den todavía joven e hizo tales progresos, que en– señó en varios conventos, con gran admiración de parte de muchos, se comportó con pruden– cia en sus relaciones con los grandes y trató los asuntos de la Orden de una manera digna 76 La Chronica XXIV generalium atribuye el mismo episo– dio al hermano Pedro de Brabant. Brabant era una custodia de la provincia de Colonia, de la que había sido ministro el hermano Pedro de Tewkesbury (cfr. AF, III, pp. 240-241). 160

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