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do todos sus bienes a los hermanos de nada le serviría si no les daba el afecto de su corazón. El obispo se puso a llorar y dijo: "En verdad, ustedes están pecando, porque me afligen mu– cho, ya que no puedo no amarlos, aunque les muestre semejante cara". Y, en efecto, aunque los hermanos comieron en su mesa, junto a él, no les quiso hablar. El obispo dijo al hermano Pedro que los con– ventos situados sobre el agua no eran sanos, a no ser que los colocaran bien altos. Dijo tam– bién que le agradaba muchísimo ver las man– gas remendadas de los hermanos. Agregó asi– mismo que es mejor la pimienta pura que el jenjibre en la salsa. Dijo también que se ale– graba cuando veía que sus escolares prestaban poca atención a sus lecciones, cuando las ha– bía preparado con la más grande diligencia, porque entonces le quitaban una ocasión de va– nagloria, y por eso no perdía nada de su mérito. 121. El hermano Mansueto, nuncio del papa Ale– jandro IV en Inglaterra, contó al mismo padre en el mis– mo lugar 68 , que el día en que era leída en consistorio 1a carta de ocho puntos que Inocencia IV había publicado contra los hermanos predicadores y los hermanos meno- 68 No se dice cuál es el lugar. Hermano Mansueto de Casti– glione Aretino. Hombre culto y de grnn virtud, estuvo en la corte pontificia durante muchos años y ocupó la función de legado en Francia e Inglaterra. Salimbene lo conoció personalmente en Fano y recuerda varios episodios de su vida, entre ellos, la do– nación a Alvernia de las reliquias de la santa Cruz por parte del rey Luis IX de Francia. 157

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