BCCCAP00000000000000000000748

Ordenes religiosas, a las que desgraciadamente veíamos caminar en las tinieblas de la ignorancia. Dijo otra vez el obispo de Lincoln al hermano Juan de Dya que le enviara de su país a seis o siete clérigos idóneos a los que pudiera encargar algunos oficios en su diócesis, aunque no conocieran la lengua inglesa, por– que predicarían con su ejemplo. Y esto demuestra que el obispo no rechazó a los clérigos que el Papa había nombrado y los protegidos de los cardenales porque no sabían la lengua inglesa, sino porque sólo estaban inte– resados por las cosas temporales. Y por esto, cuando un abogado dijo en la curia: "Los cánones ordenan esto", él respondió: "¡Oh no, son los canes los que ordenan esto!". Pero después se levantó y de rodillas declaró su culpa en inglés, delante de los jóvenes que habían sido presentados por el cardenal y se golpeó el pecho lloran– do y lamentándose. Los jóvenes se retiraron turbados. En otra ocasión, durante su visita a la curia, un ca– marero del Papa pidió al obispo mil libras y quería que las pidiese prestadas a los mercaderes; el obispo respon– dió que no quería darles una ocasión de pecar gravemen– te, sino que si retornaba sano y salvo a Inglaterra depo– sitaría el dinero en el templo 67 de Londres; de otro mo– do el camarero no recibiría nunca ni un centavo. Otra vez dijo a un hermano predicador: "Tres cosas son necesarias para la salud del cuerpo: el alimento, el sueño y el buen humor". Una vez ordenó a un hermano melancólico que bebiera una copa llena del mejor vino, 67 La casa de los caballeros del templo, que funcionaba fre– cuentemente como banco. 155

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz