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a oídos del Papa. Sabiendo bieh el hermano Elías que el Papa quería que obedeciera al ministro general, co– mo cualquier otro hermano, no soportando esta humi– llación, él que nunca había aprendido a obedecer, se trasladó a la región de Arezzo 51 • Entonces fue excomuf– gado públicamente por el Papa, como lo merecía. 84. En cuanto al hermano Alberto, se comportó de una manera digna de encomio en el oficio de ministro general, corrigiendo los excesos de su predecesor, tras– ladándose allende los Alpes, donde el primer fervor de la Orden se había debilitado. Murió después santamente en Roma, elogiando a los ingleses entre todos los her– manos, por su celo religioso. 85. Le sucedió el hermano Haymón, inglés, que se preocupó de continuar la obra iniciada por su predecesor. Bajo su administración se celebró el primer y último Capítulo de los definidores, que nunca más fue convoca– do en la Orden a causa de su insolencia. Estos trataron por todos los medios de alejar a los ministros provinciales que estaban en el Capítulo junto con el ministro gene– ral; como se hizo. Por tal motivo, el estatuto, que había sido hecho en presencia del Papa en el Capítulo en que fue depuesto el hermano Elías, concerniente a este Capítulo de los súbditos y el otro referente a la elección canónica de los custodios y guardianes, precisamente a causa de la insolencia de los súbditos, fue abolido en el Capítulo sucesivo. En realidad, algunos hermanos pedían que fue– ran completamente eliminados los custodios de la Or– den diciendo que su oficio era superfluo. El hermano 51 Lugar en donde se encontraba en aquel tiempo (fines de 1239 a enero de 1240) el emperador Federico II. 133
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