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74. En Gloucester fue muy famoso el hermano Vi– cente de Worcester; verdadero padre para toda la región, era de tal austeridad y de tal rigor consigo mismo y de tal dulzura y afabilidad con aquellos que eran sus súbditos, que era amado de todos como un ángel. Debido a su vida austera y a su prudencia extraordinaria, más tarde fue promovido al oficio de predicador y llegó a ser el con– fesor de Ruggero, obispo de Coventry. 75. En Lynn se distinguió por su fama de santidad el hermano Godofredo de Salisbury; un hombre que por la austeridad de su vida se mostró, -si podemos decir así- como otro Francisco, y por su virtud, bondad, sim– plicid?,d, como un segundo Antonio. Cuando escuchaba las confesiones, su piedad y compasión eran tan gran– des que, cuando no encontraba en los penitentes signos de profunda contrición, los conmovía hasta el llanto con sus lágrimas y sollozos; como sucedió precisamente con el noble Alejandro de Bassingbourn. Este se confesaba como si contase una historia, y el hermano Godofredo, llorando amargamente, lo constriñó a hacer otro tanto, y con sus méritos y sabios consejos lo incitó a tomar la decisión de entrar en la Orden de los hermanos meno– res; allí entró y allí murió santamente. En seguida se apareció a un amigo suyo, el hermano Juan de Stamford, y al preguntarle este último cómo estaba, respondió: "La meye alme le fet cum creature que est obeysant a sun Creatur; et repose est en celi ke la fit per ducour" (mi alma se comporta como creatura obediente a su Creador y encuentra su descanso en Aquel que la creó por amor). También lo instruyó sobre la fe en el sacra– mento de la Eucaristía de modo tan sublime que ningún mortal estaría en condiciones de imitarlo. 126

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