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ciudadanos y de los miembros de la corte en Londres. En la época en que era guardián de Londres, después de su enfermedad, como se ha dicho antes 42 , el señor Ruggero, de santa memoria, obispo de Londres, le pidió la obediencia canónica. Pero el hermano Salomón, que durante largo tiempo había estado en buenas relacio– nes con el obispo, se resistió amigablemente y obtuvo una prórroga. Este obispo tenía una estima tal por la Orden que se ponía de pie cada vez que un hermano lo saludaba. En esta ocasión, el hermano Agnelo envió sin tardar a la curia romana a un delegado suyo y ob– tuvo para los hermanos la bula intitulada "Nimis iniqua" 43 • 73. En el ministerio de confesor fue también famo– so el hermano Mauricio de Dereham, de buena memoria. Un día había encontrado a un muchacho que desde lar– go tiempo sufría de una enfermedad incurable; oía su confesión, le impuso la penitencia de rezar cada día tres avemarías e impetrar de la bienaventurada Virgen la salud para poder llegar a ser un hermano menor; el muchacho obedeció y sanó completamente. Por eso, cuando tuvo cerca de quince años, el hermano Mauricio lo obligó a vivir entre los hermanos como uno de ellos · hasta que tuviese la edad requerida; una vez alcanzada, vistió el hábito sin dilación durante el provincialato del hermano Agnelo. 42 Cfr. Coloquio III. 43 21 de agosto de 1231. Es la bula de Gregorio IX, dirigida a todos los prelados en general, en defensa de los hermanos me– nores, contra la prepotencia del clero secular sobre la cuestión del ministerio pastoral. 125
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