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pués obispo de C0ventry. De la misma manera, el maes– tro Tomás de Gales, después de haber enseñado loable– mente a los hermanos en aquel convento, fue elegido obispo de San David, en Gales. Estos maestros, pues, sien– do siempre favorables a los hermanos en todo, difundie– ron sus hechos y su forma de vida en diversos lugares. Por esta razón la fama de los hermanos ingleses y sus progresos en los estudios llegaron a ser tan conocidos también en otras provincias, que el ministro general, hermano Elías, pidió al hermano Felipe de Gales y al hermano Adam de York que enseñasen en Lyon. 66. Cuando llegó a Inglaterra, el hermano Alberto de Pisa nombró al hermano Vicente de Coventry lector en Londres y a su hermano carnal, Enrique, lector en Cambridge, y así en poco tiempo fueron nombrados otros lectores: el hermano Guillermo de Leicester en Hereford, el hermano Gregario de Bosellis en Leicester, el herma– no Gilberto de Cranford en Bristol, el hermano Ju3on de Weston en Cambridge, el hermano Adam de Marsh en Oxford. Y el don de la sabiduría se difundió en la Pro– vincia inglesa con tanta abundancia que antes del tér– mino del provincialato de Guillermo de Nottingh3.m ha– bía en Inglaterra treinta lectores, que "disputaban" so– lemnemente y tres o cuatro que enseñaban sin derecho a las "disputas". De hecho, el ministro provincial h3.bía escogido estudiantes de cada convento para la Univer– sidad, que pudieran suceder a los lectores que fallecieran o fueran removidos de su cargo. Ahora, dejando otras cosas, hablaremos en forma succinta de la sucesión de los lectores en la Universidad. 67. Algunos comenzaron a enseñar como maestros, otros leyeron como bachilleres. En Oxford enseñó, en primer lugar, el hermano Adam de Marsh. Segundo 120

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