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hermano Guillermo de Colvme, el viejo, quien celebró su Capítulo bajo el provincialato del hermano Agnelo en Londres, donde Guillermo Joynier había construido una capilla a sus expensas; y en este espacio de tiempo el visltador celebró la inauguración con memorable pompa. 48. En este mismo Capítulo de la visita del herma– no Guillermo de Colville, un hermano predicó contra el abuso de contraer deudas, y dijo que a los procuradores 30 les había acontecido lo que sucedió a cierto sacerdote que tenía la costum– bre de celebrar cada año la fiesta de san Nico– lás. Aconteció que fue reducido a tal pobreza que ya no podía celebrar la habitual fiesta ni preparar el banquete. Cuando llegó el día de la fiesta y las campanas anunciaron Maitines, tendido en su cama, pensaba qué podría hacer. La primera campana que sonó pareció decir: "Ieo ke fray, ieo ke fray" (qué cosa haré, qué cosa haré); y la segunda campana pareció res– ponder: "A crey, a crey" (un préstamo, un préstamo); y mientras pensaba en el modo co– mo pagaría los gastos de la celebración, am– bas campanas resonaron y parecieron decirle: "Ke del un, ke del el, ke del un, ke del el" (algo de uno, algo del otro). Y levantándose, celebró la fiesta con dinero tomado en préstamo. El Capítulo aprobó este proceder. 49. Después de él, vino a Inglaterra Juan de Mal– vern, quien primeramente llevó la declaración sobre la 30 Procuratori, con doble sentido: los laicos (o administra– dores), los hermanos, en el sentido de limosneros. 109

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