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· Cuando Jordán dicta su Crónica, la Orden estaba ya implantada en los principales centros urbanos de aquel país, convertida en una institución floreciente y bien or– ganizada. Los primeros expedicionarios, con Cesáreo de Spi– ra a la cabeza, por quien el cronista profesa una gran admiración, fueron 12 hermanos clérigos y 15 laicos. Era el año 1221. Mientras en Italia la Orden experimentaba dolorosas tensiones, que apenumbraron el propio espíritu lumino– so de Francisco, y que el cronista refleja también con amargura, el animoso y compacto grupo de los herma– nos llegados a Alemania, luego, de no pocas y pintores~ cas peripecias que el cronista refiere con vivacidad y sen– tido del humor, se expandía rápidamente. El cronista, al mismo tiempo que refleja las alterna– tivas del desarrollo de la Orden en Alemania y sus esfuer– zos por adaptarse a una realidad del todo nueva, se com– place en señalar una y otra vez el espíritu de cuerpo de los hermanos alemanes, su "disciplina y austeridad", su "gran madurez y observancia de la Regla" ( Crónica 75). La disciplina y la obediencia parecen ser los valores priorita– rios para Jordán de Giano; tal es su preocupación por ver asegurada la vida comunitaria y la coherencia del grupo. Bl relato es suelto y vivaz en las primeras páginas de la Crónica, haciéndose luego más sobrio y contenido, y limitándose a los acontecimientos esenciales, en parti– cular a los que se refieren a la institución en cúanto tal. La primera parte es el relato de una aventura, la segun– da de la institución encuadrada dentro de unos esque– más de vida común, que necesita defenderse de su prin– cipal enemigo: el individualismo, la singularidad. En es- 9

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