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En Maitines, así le pareció, se encontró mucho mejor que de costumbre. Pero cuando fue a su lecho y se durmió, soñó que debía atravesar un cierto desfiladero peligroso entre Oxford y Glou– cester, llamado Baizalis, donde solían emboscar– se los salteadores; y cuando llegó al fondo del valle aquéllos salieron de ambos lados del cami– no, gritando: "¡Mátalo, mátalo!". Asustadísimo, el hermano Walter se defendió diciendo que era un hermano menor. Pero ellos replicaron: "Mientes, porque estás calzado". El hermano, creyendo estar sin sandalias como de costum– bre, dijo: "¿Pero no ven que camino descalzo?". Y al avanzar un pie vio que efectivamente lle– vaba calzado; despertóse de improviso, debido al miedo, y tiró las sandalias al medio del p:1tio. 43. En la custodia de Cambridge, presidida por el hermano Ricardo de Ingworth, floreció el desapego al dinero, tanto que cuando el hermano Alberto visitó In– glaterra los hermanos de la custodia no usaban mantos, según atestiguó el mismo padre. 44. En la custodia de York, gobernada por el her– mano Martín de Barton, reinó el celo por la pobreza; no permitió que en los conventos el número de los hermanos fuese superior a la posibilidad de los víveres que se po– dían recoger con la sola colecta de limosnas sin endeu– darse 28 , 45. En la custodia de Salisbury, presidida por el hermano Esteban, floreció principalmente el amor de 28 Cfr. el pensamiento de san Francisco en EP 10. 107

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