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38. Llegó también en aquel tiempo el hermano En– rique de Reresby, quien más tarde, mientras era vica– rio del custodio de Oxford, fue nombrado ministro de Escocia, pero murió antes de tomar posesión de su car– go. Después de su muerte se apareció al custodio dicien– do que, si bien los hermanos no estaban condenados por los gastos excesivos hechos para las construcciones, sin embargo, eran severamente castigados; y agregó que si los hermanos recitaban bien el divino oficio serían las ovejas de los Apóstoles. 39. En aquella época llegó también a Inglaterra el hermano Martín de Barton, quien tuvo la dicha de ver frecuentemente a san Francisco. Después fue elegido vicario del ministro de Inglaterra y se comportó tam– bién loablemente en otros oficios. El hermano Martín relató que en el Capítulo general en el cual san Fran– cisco había ordenado demoler la casa que había sido construida expresamente para el Capítulo, estaban pre– sentes cerca de 5.000 hermanos, y que su hermano car– nal era el procurador del Capítulo y prohibió la demo– lición en nombre de la ciudad. El bienaventurado Fran– cisco, estando a la intemperie y bajo la lluvia, pero sin mojarse, escribió una carta, redactada de su puño y le~ tra, y la envió por su intermedio al ministro y a los her– manos de Francia, quienes se alegraron al ver esta car– ta y alabaron a la Santísima Trinidad, diciendo: "Ben– digamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo". En ese mismo día el bienaventurado padre, corrien– do a la iglesia apenas oyó el ruido de la caída, salvó con su afligida oración a un hermano que había caído a un pozo profundo. También nos dijo que un hermano, que estaba orando en Brescia, el día de Navidad, fue encon– trado ileso bajo los escombros de la iglesia durante 104

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