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PERFUME DE BONDAD 97 iba dirigida la carta. Se halló la mujer; ésta abrió la carta en la cual se le daba la triste noticia de que un hijo suyo había sido matado a traición. La in– feliz mujer, al enterarse del caso, cayó desmayada al suelo. Hubo con esto un gran alboroto. Parecía que el sermón estaba ya demás. Entonces Fray An– tonio supo imponerse. Hizo resonar su voz más fuer– temente, de suerte que pudo ser oído por todos, y así dijo: --Hermanos, escuchadme un momento. Esa no– ticia, señora, es falsa. La ha traído el mismo demo– nio en persona para impedir los buenos frutos que va a producir la divina palabra. Mas espera un ins– tante y verás aquí mismo a tu hijo, al que estás llo– rando muerto. Dicho esto entró el hijo de la señora y el co– rreo desapareció. El efecto del sermón de Fray An– tonio fue sorprendente. De este modo, Fray Antonio, iba por todas par– tes esparciendo el perfume de su bondad, con lo que aliviaba los dolores. confortaba los ánimos y conquistaba las almas para Dios. Sus palabras, sus confesiones, sus milagros, sus hermosos ejemplos de virtud, todo, todo se convertía en suavísimas redes con que atraía y cautivaba los corazones en los que prendía el fuego, del amor de Dios, en que ardía el suyo. Pero a veces, el celo de la gloria de Dios, que

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