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POR TIERRAS DE FRANCIA 85 ble para la Iglesia de Francia y se esforzaba por poner remedio a aquel estado de cosas, con todos los medios que su celo le sugería. El 14 de diciem– bre de 1223, Honorio III envió al Rey Luis VIII una carta, en la que le expresaba el dolor que sentía al ver que habían resultado poco menos que inútiles todos los esfuerzos que se habían puesto para ex– tinguir la herejía, la cual continuaba extendiéndose de forma que amenazaba contaminar todo el reino de Francia. Exhortaba al Rey y le conjuraba a que consagrara las primicias de su reinado a trabajar cuanto pudiera por la causa de Cristo, prestando ayuda espiritual y material a la santa Iglesia Ro– mana. Al mismo tiempo que solicitaba la ayuda del Rey, organizó un equipo de predicadores llenos de celo apostólico, adornados de vasta ciencia, esclarecidos por la santidad de vida, a fin de que pudieran rendir a aquellos herejes a la fe católica con su doctrina y ejemplo. A este fin, escribió a la Universidad de París pi– diendo su colaboración para que hombres doctos y ejemplares enseñaran debidamente la Teología al Clero secular y regular, y al mismo tiempo predicaran la verdadera doctrina del pueblo. Fray Antonio fue designado por sus superiores para acceder a los deseos del Pontífice. Llegó a Fran– cia el año 1224. Fijó su residencia en Montpellier,

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