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PRIMEROS TRIUNFOS 71 que se confundía con el ruido de las olas. Por mil voces se repetía esta palabra : - ¡Milagro l ¡Milagro! -Este fraile es un santo. Fray Antonio proseguía su ferviente plática a los peces y continuaba diciendo: -A vosotros fue dado, por disposición divina, guardar al Profeta Jonás y echarlo en tierra al ter– cer día sano y salvo. Vosotros, proporcionasteis a Nuestro Señor Jesucristo la moneda del censo, que El, como pobrecillo, no tenía que pagar. Vosotros, fuisteis alimento del eterno Rey, Jesucristo, antes y después de su resurrección, por singular misterio. Por todo lo cual tenéis mucha obligación de alabar y bendecir a Dios, que os hizo tantos y tales bene– ficios, con preferencia a las demás criaturas. Por último, viendo el mismo Fray Antonio la maravilla que el Señor obraba por medio de sus criaturas, los peces, sintió que su corazón se inun– daba de inusitada alegría y dijo en alta voz, de suerte que pudieran oirle los hombres y mujeres que se habían reunido en torno de él y que estaban lle– nos de admiración : -Bendito sea el eterno Dios, que más le hon– ran los peces que los hombres herejes y mejor es– cuchan su palabra los animales irracionales que los hombres infieles. Dicho esto, bendijo a los peces, los cuales se
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