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PRIMEROS TRIUNFOS 69 por la playa, pensativo, decepcionado, lamentando su fracaso. Unos pescadores que le vieron, se mofa– ron de él con sonrisa despectiva. Fray Antonio ten– día la mirada a la lejanía del mar y, de una mane– ra semejante a como lo hiciera el Seráfico Padre con las aves, comenzó a predicar a los peces, diciendo en alta voz: -Oid la palabra de Dios, vosotros, peces del mar y del río, ya que no la quieren oír los infieles herejes. Sin duda, que los hombres que oyeron estas pa– labras prorrumpieron en sonoras carcajadas, dicien– do para sus adentros: - ¡Este hombre está loco! ¡Sus penitencias han perturbado su cerebro! Mas apenas pronunció Fray Antonio unas pa– labras, multitud de peces de todos los tamaños. y colores acudieron a la orilla del mar y sacaron sus cabecitas para escuchar al predicador con gran or– den, quietud y mansedumbre. Los pequeños, se pu– sieron cerca de la orilla : los medianos, un poco más apartados, y los mayores, más atrás, donde ha– bía profundidad de agua. Entonces, Fray Antonio dio principio a un solemne sermón, como si fuera dirigido a hombres : -Hermanos míos peces -les dijo-, mucha obligación tenéis de dar gracias, según vuestra po– sibilidad, a vuestro Criador, que os ha dado móvil
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