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LA LUZ SE DESCUBRE 59 Todos estaban conmovidos, admirados, santa– mente entusiasmados con la plática de Fray Anto– nio. El más sorprendido de todos era el mismo Fray Gracián. No cabía en sí de gozo. Pensaba que ya la Orden tenía un orador estupendo, un excelente teó– logo, un acabado apóstol. Aquello era un regalo del cielo que había que agradecer. Mil veces bendecía a Dios por haberlo recibido en su Provincia. Terminada la fiesta, Fray Antonio, sencillamente, se volvió de nuevo a la soledad de Monte Paulo a continuar su vida de oración y penitencia. En su retiro se sentía feliz. Pero con el suceso de Forli su vida retirada to– caba a su fin. La luz estaba descubierta y era me– nester hacer que vertiera su claridad por el mundo. El Provincial, Fray Gracián, no pudo tener callado el descub:rimiento de tan esclarecido apóstol. En breve se lo comunicó a Fray Elías, que era entonces Vicario General de la Orden. Este ordenó a Fray Gracián que Fray Antonio dejara luego el retiro de Monte Paulo y se dedicara a la predicación, para la que tenía dotes tan extraordinarias. La Orden na– ciente tenía entonces gran necesidad de esta talla de predicadores. La noticia llegó también pronto al Santo Fun– dador, Fray Francisco de Asís, que se hallaba reti– rado en la Porciúncula, el cual no cabiendo en sí de gozo por tan fausta nueva, exclamó:
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